lunes, 14 de julio de 2008

Unidad III Desarrollo Nacional del Comercio Hist ECON Y SOCIAL DE VZLA

Unidad III Desarrollo Nacional del Comercio 1. Desarrollo Nacional del Comercio El comercio exterior, de manera directa o indirecta, como simple concepción o idea, o como práctica, en los distintos períodos de nuestra historia, estuvo y está desempeñando una función determinante y decisiva en toda la actividad económica del País. Los Períodos son:  Durante la Conquista: Las relaciones externas e internas que fundamentan la actividad comercial entre la metrópoli y sus territorios de ultramar son, de una parte, las doctrinas mercantilistas y, de otra, las propias necesidades de la Monarquía. A las perlas, bajo condiciones similares de violencia, se agrega el oro. La búsqueda de los metales preciosos caracteriza este período. La historia de ese comercio de exportación comienza cuando, en 1500, Alonso de Ojeda, Pedro Alonso Niño y Cristóbal Guerra recogen gran cantidad de perlas en aguas de Margarita y Cubagua. La Perla es, pues, sobre la base de la violencia y en forzada y primitiva asimilación, nuestro primer bien exportable. Producía 15000 Ducados anuales a la Corona Española.  Durante la Colonia: Las actividades mineras, que habían determinado la búsqueda del oro y la Plata, fueron suplantadas por la explotación agropecuaria sobre posesiones extensivas de fundos. Instituciones como el repartimiento, la venta y composición de Tierra, la encomienda, las misiones y la esclavitud desempeñan un papel importante en el desarrollo económico de este período. Se van forjando las características fundamentales que han de predominar en la economía nacional. Primero es la Economía del cacao, luego el café y más tarde una serie de otros cultivos, que son los que van a constituirse en las bases esenciales del comercio exterior, con la metrópoli y, de esta, a su vez, con el resto del mundo comercial. En los primeros años de este período se fueron creando las bases productivas de una economía con posibilidades de exportar, pero es más tarde, con la creación y actividad de la Compañía Guipuzcoana, cuando se comienza una verdadera empresa exportadora. Los años de la Colonia cercanos a la Independencia fueron de aguda escasez de abastecimiento, de especulación y, en consecuencia, de alzas de precios, no obstante que, hacia 1804, se observó cierta recuperación en el comercio de exportación. La situación señalada se debió a la lucha sostenida por España en contra de Inglaterra por el dominio de los mares, a las guerras napoleónicas que introdujeron serios factores de distorsión y descontento en las relaciones de España con sus Colonias y, por supuesto, a la baja productividad y desarrollo de la Economía Española. Hacia 1804 va a ocurrir un hecho de decisiva importancia: los cultivos de cacao van a ser reemplazados por el café como primer cultivo de exportación. Esto se explica porque, cubiertos los mares de navíos ingleses que interceptaban toda comunicación con España, el producto perdía calidad y, en consecuencia, disminuía su precio; en cambio, el café era mucho más duradero y de venta más generalizada, fomentándose por lo tanto su cultivo. Otro hecho importante que produjo inquietud en la Colonia fue la desaparición de la Compañía Guipuzcoana, porque no cambió las relaciones de Comercio entre España y las Colonias; es decir, no termina con el monopolio que dicha compañía ejercía en este tipo de comercio.  Durante la Independencia: Se conforman tres cuestiones básicas:  Significó una destrucción, si se quiere, una utilización exhaustiva de la economía para los fines de la guerra.  Es una época de estancamiento o aún de retroceso de todas las fuentes de ingresos del Estado, tanto de la producción como de los servicios. Los ingresos de las aduanas de la República eran prácticamente inexistentes. Hubo una violenta disminución de las exportaciones.  Como consecuencia de lo anterior, durante la gran contienda emancipadora, obviamente, no hubo exportaciones en un período de once años, o constituyen cifras muy pequeñas. Con estas tres características, la situación de la economía y las finanzas del país tenía que ser exterminadamente precaria. Las exportaciones disminuidas de cacao, primero, y de café, por las fluctuaciones de los precios, habían contribuido a la inestabilidad que caracterizó el decenio gran colombiano y que más tarde, con la crisis cafetalera de 1843, causó serios disturbios políticos. A partir de entonces se comenzó a poner de relieve una característica fundamental que ha de prolongarse a lo largo de la historia: la dependencia de uno o dos productos de exportación. En esa época fueron el cacao y el café, ahora lo es el petróleo.  Durante la Oligarquía Conservadora: Gracias a una administración prudente, no obstante las frecuentes perturbaciones políticas en este lapso, la prosperidad material del País creció con rapidez. Desde el punto de vista del comercio exterior, se observa que a los cultivos tradicionales se agregaron las exportaciones de ganado, pieles y algodón.  Durante la Oligarquía Liberal: Por primera vez, en las exportaciones, aparecen productos derivados de la industria, como el aguardiente, y de la artesanía, como los sombreros de paja. El café y el cacao continúan siendo los productos que dejan mejores rendimientos.  Época de la Fusión: Gobierna Julián Castro. Se llama así porque el primer gabinete de Castro, así como el Consejo del Estado, fue integrado por personalidades tanto del Partido Conservador como del Liberal. Lo más importante de ese período es la convocatoria a la Convención de Valencia, considerada por muchos historiadores como la más importante y notable asamblea que ha habido en Venezuela porque estableció la Constitución de 1858, verdaderamente democrática y federal, pues deba autonomía completa a las provincias. Desde esa época, 1858, hasta el Tratado de Coche en 1863, pasando por la dictadura de Páez, Venezuela vive el período de la Guerra Federal. Desde el Período que va desde 1870 a 1877-El Septenio- los destinos del país fueron dirigidos por Antonio Guzmán Blanco; después el bienio de Francisco Linares Alcántara, luego gobierna Guzmán por cinco años más, de 1879-1884, y luego, en lo que se llamó el Gobierno de La Aclamación, ejerce la presidencia por tercera vez en el período 1886-1889. En esta etapa conocida como la autocracia guzmancista, se puso fin al despilfarro y al desorden económico, se instituyó la instrucción pública, declarándola gratuita, obligatoria, necesaria y libre; se realizaron un conjunto de obras de vialidad, transporte y ornato que contribuyeron a modernizar el País y se promulgó la Constitución de 1874, que reconoció la organización política de la República en veinte estados federales. El movimiento comercial de Venezuela durante este período tuvo un saldo favorable. Cabe destacar dos hechos importantes: el 12 de junio de 1878, Venezuela tuvo como moneda propia el Venezolano de Oro; y el 31 de Marzo de 1879, Guzmán dictó el decreto que creaba el Bolívar como unidad monetaria. Durante 1888-1889 se incrementan considerablemente las exportaciones de café y cacao, desaparecen unas como el añil y se incorporan otras como maderas, cocos y dividive. Bajo el Régimen de Cipriano Castro, que en 1907 otorgó concesiones petroleras a Vigas, Palacios, Aranguren y Jiménez Arráiz, y de Juan Vicente Gómez, que en 1912 otorgó concesiones a Max Valladares, puede decirse que se inicia la explotación petrolera en Venezuela, pero ésta sólo comienza a ejercer influencia determinante en el comercio exterior a partir de 1926, cuando supera el valor y el volumen de las exportaciones de café y cacao, que hasta el momento definían nuestro comercio externo. Este período, desde el punto de vista de sus consecuencias en nuestra economía, fue estudiado en temas anteriores. Igualmente la política comercial hasta los actuales momentos. En el año de 1939, Venezuela firma un tratado de comercio con los Estados Unidos, el cual, con diversas incidencias y modificaciones, se mantiene vigente hasta 1952. Este tratado fue el más serio obstáculo que encontró la Industria Venezolana para su expansión inmediata después de la Segunda Guerra Mundial y de la guerra de Corea, sobre todo porque su estructura dividida en dos listas exhibe dramáticamente lo que Venezuela estaba en capacidad de exportar como contraprestación. Fue un obstáculo a la Industrialización porque gran parte de los bienes que Venezuela podía manufacturar estaban contemplados en la lista Nº 1 del Tratado. En cuanto a la lista Nº 2, que contemplaba los productos que Venezuela podía exportar, indicaba sólo dieciséis, de los cuales el café, el cacao, el añil y la zarzaparrilla provenían del período colonial; como productos nuevos: orquídeas, sarrapia, dividive, balatá, pieles de reptiles, madera de zapatero en rolas; y como, productos importantes, el petróleo y sus derivados y el mineral de hierro, con la muy especial circunstancia de que el Gobierno tenía que reflexionar mucho sobre cualquier modificación del Tratado, a fin de evitar represalistas de Estados Unidos respecto a las importaciones de petróleo. Este tratado típicamente colonialista, que originó, además, una extremada concentración geográfica de nuestro comercio exterior, es una buena demostración de la debilidad y vulnerabilidad de una economía cuando depende de un solo producto de exportación. 2. El Intercambio como Política Comercial Precolombino. Durante los primeros años del Establecimiento Español en Venezuela, se mantienen activas las permanentes preocupaciones y protestas de los colonos en relación con los escasos recursos alimenticios, la inexistencia de tesoros, el limitado rescate de oro y la insuficiente mano de obra encontrada. Luego de tres décadas de intensas correrías, siguiendo los cauces de los ríos, tras cruzar elevadas montañas y avanzar por extensos llanos en busca de El Dorado, los españoles desisten de aquel empeño y comienzan a desarrollar una actividad productiva basada en la agricultura y ganadería de subsistencia para su intercambio comercial. Durante varios años tal producción apenas alcanzaba para el consumo interno de las localidades. Esto cambió antes de finalizar el Siglo XVI y comienzos del Siglo XVI, cuando los productos comercializados en la Provincia pasaron de 28 entre artículos de recolección, producción agrícola o pecuaria y artesanal. Sobre estas condiciones, los vecinos, ahora con numerosos privilegios, no sólo comenzaron a diseñar las bases de una economía estable en Venezuela, sino además, para satisfacción del Imperio, a fortalecer el Erario Real. Después del primer tercio del Siglo XVI y a medida que éste avanza, la diversidad productiva de Venezuela decae ante el despunte, primero, del cacao y en un segundo lugar bastante, lejos de los cueros de vacunos. Más tarde se incorporan el tabaco y la minería del cobre. Durante ese proceso comienza a manifestarse un nuevo elemento social que actúa como fuerza de trabajo: el peón, encarnado por el blanco canario, el indígena librado de la encomienda de servicio y el negro africano, liberto por varios procedimientos. Gracias a la producción y comercio del cacao, la Real Hacienda de Venezuela puede solventar sus tradicionales apuros fiscales y financieros. Tras la centralización sociopolítica operada en Santiago de León y el poder económico que la Provincia concentra por el volumen de producción, la cantidad de mano de obra esclava y los valores negociables, ésta es reconocida en forma generalizada como Caracas y se convierte en punto de referencia del poder en Tierra Firme y el Caribe. El Carácter monoproductor permite el surgimiento de un sector social dominante, cuyo poder económico se divide entre los propietarios de la Tierra (terratenientes y cosecheros) y de las naves (comerciantes y mercaderes), quienes comparten el poder político en el Cabildo. Para mantener la estructura productiva, la metrópoli establece una estricta pero amplia base legal que regula el comercio, tanto de entrada como de salida. Aunque el control es privilegio de Sevilla y Cádiz, la provincia se comunica con otras plazas del Imperio o fuera de él. El Rápido desarrollo de esa noble orientación del llamado “Intercambio comercial con Venezuela” se fundamenta en el Sistema Mercantil conocido como Comercio Directo o registro de puerto. Dentro de esta política mercantil, los comerciantes caraqueños y otros nacionales sostienen un activo comercio marítimo durante los dos primeros siglos. Éste se orientó en tres circuitos: el circular (en la cuenca del Caribe), el triangular (desde Caracas con la Nueva España y la metrópoli), y el bilateral (con algunos puertos del Caribe o Tierra Firme). 3. Comercialización de la Colonia y su contrabando. La producción agropecuaria en Venezuela es muy variada y alimenta dos circuitos bien diferenciados, el destinado a la exportación y el que abastece el consumo interno. El principal producto de exportación es el cacao, fruto americano y rubro en expansión desde 1670, base fundamental de la riqueza de los hacendados entonces llamados “grandes cacaos”. Desde el Siglo XVII, el cacao suplanta al cultivo de cacao como primer renglón de producción y comercio. El cacao se cultiva en toda la franja norte costera, desde Irapa, Soro y Yaraguaraparo hasta Maracaibo. Sin embargo, la mayor concentración de la producción se encuentra en la zona central, básicamente en Caracas y Litoral Central, Barlovento, Valles de Aragua y Valles del Tuy. El Tabaco, otro producto de origen americano, es también importante en diversos contextos regionales, sobre todo en Cumaná, y en las regiones del pidemonte andino llanero, especialmente en Barinas, cuya variedad es una de las más cotizadas. Una relación de 1775, escrita por Agustín Marón, indica que en las “Jurisdicciones de San Carlos, Nirgua, Araure, Guanare y Barinas se coge mucho más tabaco de cura seca”. Aunque además que todas las personas de la provincia, sin distinción de sexos, clases ni edades, lo fuman viciosamente. Otros productos agrícolas como el algodón, beneficiado por los indígenas americanos mucho antes de la llegada de los españoles, tienen menor distribución espacial. Sucede lo mismo que el añil, cultivado de preferencia en los Valles de Aragua, en especial en Maracay, donde hay alrededor de 60 haciendas, y Yaracuy, que se incorpora a la economía colonial a partir de 1770. El cultivo espacial del café experimenta un crecimiento considerable desde su introducción en 1730 en la región del Orinoco, para luego alcanzar casi todo el territorio, la Cordillera de la Costa y los Andes en particular. Desde finales del Siglo XVIII, la producción va en aumento, hasta convertirse en el principal rubro de exportación a finales del Siglo XIX, hasta 1926 cuando el petróleo toma su puesto. De los productos de consumo interno, y que ocasionalmente son exportados, la caña de azúcar ocupa el primer lugar. Es la gramínea asiática una de las plantas más importantes para las economías regionales. De ellas se elabora tanto el azúcar blanca o en forma de panela y papelón, como el aguardiente, producto de gran consumo interno, y auténtico dolor de cabeza de autoridades civiles y religiosas quienes intentan eliminarlo (acudiendo a veces a Dios, otras al Rey), para proteger a productores peninsulares y canarios. En el ramo pecuario destaca la Cría y exportación de ganado. Se venden los cueros, cuyo comercio ultramarino data de fines del Siglo XVI y es considerable en el XVIII, cuando José de Castro y Araoz calcula, para 1786, la existencia de casi 650000 cabezas de ganado vacuno en la Provincia de Venezuela. También exporta ganado en pie, reses, mulas y caballos, de preferencia a las islas antillanas azucareras, escasas de animales para el trabajo en los trapiches y de alimentos para su población; otra forma de venta es tasajo, vale decir carne seca y salada, al que se debe su auge comercial la Ciudad de Barcelona que se abastece de la extensa llanura hasta el Orinoco. Muchos de estos productos se comercian por vía legal, pero muchas veces se contrabandean, bien por naves que atracan furtivamente a lo largo de las costas o por el ocultamiento de mercancías en las bodegas de los navíos de tráfico normal, tanto para evadir impuestos como para introducir especies prohibidas. En el comercio clandestino participan tanto españoles como extranjeros, a su vez grandes socios de los habitantes locales. Esta forma de intercambio no hace sino florecer y en poco lo pueden impedir las autoridades coloniales, a menudo sobornadas o asociadas al tráfico clandestino. 4. La Compañía Guipuzcoana La llamada guerra de sucesión produce una Crisis en la Economía Americana por que el tráfico comercial con la metrópoli queda casi interrumpido. En el caso Venezolano, son pocas las naves que en trece años llegan a nuestros puertos, circunstancia que origina un desabastecimiento general de mercancías y alimentos, dificultades en la producción agropecuaria y miseria en la población. El Contrabando prospera. Para mejorar la situación es creada la Compañía Guipuzcoana en 1728, encargada de monopolizar el comercio de la Provincia de Venezuela y su Contrabando. A partir de 1730 llegan las tres primeras naves, que en muy breve tiempo obtienen ganancias. El monopolio comercial ejercido por la Guipuzcoana genera desde el comienzo, la animadversión de cosecheros y mercaderes locales quienes ven perturbadas sus transacciones, especialmente del cacao, con el Caribe Insular y la Nueva España (hoy México). La protesta hace su aparición y es promovida en la provincia por los criollos, representados en el Cabildo de Caracas, desembocando luego en numerosos conflictos y en la insurrección del Canario Juan Francisco de León entre 1749 y 1751. Esta revuelta pone en guardia a la Corona Española sobre los procederes de la Guipuzcoana. Comienza entonces un período de dificultades para la Compañía: la Intendencia y la Real Hacienda le entorpece ciertos privilegios desde 1776; la Guerra de España con Inglaterra en 1779 le impide cumplir con sus obligaciones; las dificultades crecientes del comercio exterior, que obligan a conceder franquicias a los mercaderes criollos para comerciar; y la presión sostenida del Cabildo de Caracas, socavan sus bases. La Compañía es eliminada definitivamente por real cédula el 10 de marzo de 1785, y sus bienes pasan a la Compañía de Filipinas, creada para fomentar el cambio de las producciones asiáticas y americanas que sobrevivió hasta 1834. 5. Casas de Representación del Comercio de Venezuela durante el Siglo XIX. Casa Boulton Casa Colonial construida en 1720 por John Boulton, esta casa durante ese siglo se dedicaba a la comercialización y exportación de café, cacao y tabaco, e importaba aceite, harina, brandy y vinos. Casa Blohm Esta firma se encontraba operando en Ciudad Bolívar (Edo. Bolívar). Desde 1829 el apellido Blohm estará vinculado en Venezuela a las actividades comerciales y Bancarias, las actividades comerciales de esta firma era la ganadería y algunos productos derivados de la Agricultura. Surgieron así en diciembre de 1870 la Compañía de Crédito de Caracas, integrada por las siguientes firmas: Eraso Hnos. y Cía; H.L. Boulton y Cía; J. Röhl y Cía; Santana Hnos. y Cía., y Calixto León y Cía. La Compañía de Crédito funciona como una tesorería nacional, y al extinguirse, en 1876, se crea el Banco de Caracas, con las mismas funciones. Este esquema, también aplicado en Puerto Cabello y Maracaibo, permite normalizar el ingreso fiscal, racionalizar el gasto y asignar un porcentaje de éste al pago de la deuda. Otras casas de representación para esa época lo constituyeron las siguientes firmas: Los Telares de Valencia o la textilera de Francisco de Sales Pérez, ubicada en Valencia, se dedicaba a la comercialización de productos textiles de buena calidad y de telas de mejor calidad, La fábrica de pastas alimenticias de Caracas, quien se encargaba de la comercialización y distribución de pastas alimenticias con distribuidores exclusivos en todo el país, la manufactura de cigarrillos, encargada de la distribución y venta de cigarrillos en todo el país, las talabarterías quien se encargaban de comercializar cinturones y artículos de cuero, las industria de la construcción que comercializa los materiales de construcción tales como: arena, bloques, cemento, etc., entre otras. 6. Políticas Comerciales Guzmancistas Para resolver el estado apremiante de las finanzas públicas, Guzmán aplica tres principios: conocer, racionalizar y centralizar. Conocer el monto de las deudas y el estado de los ingresos y egresos, racionalizar los gastos y centralizar los ingresos. En esto, como en otros asuntos, confía en la colaboración de los grandes comerciantes con quienes hace un trato: ellos prestan al Estado sus servicios gerenciales en la percepción y administración de los ingresos de aduana y, a cambio, cobran sus acreencias con el Tesoro nacional, más una comisión; por añadidura, tienen ciertos privilegios como contratos de negocios y acceso a información. Surge así en diciembre de 1870 la Compañía de Crédito de Caracas, integrada por las siguientes firmas: Eraso Hnos. y Cía; H.L. Boulton y Cía; J. Röhl y Cía; Santana Hnos. y Cía., y Calixto León y Cía. La Compañía de Crédito funciona como una tesorería nacional, y al extinguirse, en 1876, se crea el Banco de Caracas, con las mismas funciones. Este esquema, también aplicado en Puerto Cabello y Maracaibo, permite normalizar el ingreso fiscal, racionalizar el gasto y asignar un porcentaje de éste al pago de la deuda. El cumplimiento de los compromisos mejora en pocos años el crédito del país. Guzmán Blanco y algunos miembros de su círculo obtienen grandes ganancias con la compra de bonos de la deuda, cuya cotización sube al reordenar las finanzas. Durante este período, el volumen de exportaciones de café, cacao, algodón y oro de minas casi duplica el de fines de los sesenta, y el valor del comercio exterior sube más del doble; con excepción del último año del período, la balanza comercial es siempre favorable. También, salvo un año, las cuentas del gobierno cierran con saldo positivo. A pesar de la reorganización de las finanzas, prevalecen criterios tradicionales y poca seguridad en unas condiciones demasiado sujetas a la presencia de Guzmán Blanco en el poder. Medidas diversas, como el auxilio a la agricultura con bonos de deuda, la reducción de los derechos de importación, la eliminación de los peajes, la libre importación de maquinarias y aparatos para la producción o la información estadística, son insuficientes para cambiar tal situación. El comercio es la actividad más extendida, las rutas mercantiles alcanzan los caseríos más alejados. Los venezolanos no son frugales cuando tienen con qué comprar, y lo hacen en gran variedad de establecimientos. El llamado alto comercio exportador e importador está en manos de grandes firmas de Caracas y del interior, algunas con filiales o asociadas a empresas más poderosas en el exterior; no faltan firmas venezolanas, unas de origen colonial como la Casa Santana; pero predominan las de origen extranjero, algunas con varias décadas en el país: la casa Boulton cumple cincuenta años en 1876 y la casa Blohm cuarenta en 1875. Los años de la administración guzmancista son los más prósperos del Siglo XIX para la economía en general. Bajo el Gobierno de Francisco Linares Alcántara la economía y las cuentas públicas decayeron, pero en el Quinquenio las cifras repuntaron: las exportaciones eran poco más de 69 millones de Bolívares en 1880/1881 y en el Bienio pasaron de 90 millones de Bolívares. Actúan favorablemente el orden en las finanzas internas, la paz relativa y la confianza en el régimen que compensa los efectos adversos de los precios del café y la plaga de langosta que daña los cultivos. El café fue la mayor fuente de ingresos del país y el volumen exportado aumenta en estos años; se fortalece así la unidad económica del círculo agroexportador, formado por el Estado Zulia y los estados andinos, donde se encuentra la producción. No por azar el primer banco privado del País es el Banco de Maracaibo, fundado en 1882. El cacao y la Ganadería son las actividades productivas más extendidas después del café; la explotación de oro de minas es la segunda exportación en el Quinquenio y en el Bienio, y en 1884/1885 representó casi un tercio del valor total de las exportaciones. En las ciudades las principales actividades económicas son el comercio, los talleres artesanales, las industrias pequeñas: los Telares de Valencia o la textilera de Francisco de Sales Pérez, ubicada en Valencia, Edo. Carabobo, la fábrica de pastas alimenticias de Caracas, la manufactura de Cigarrillos, las jabonerías, talabarterías, la construcción, los talleres metalúrgicos, los trabajos del ferrocarril, entre otros. En 1879 se crea la Dirección de industrias del Ministerio de Fomento. Los negocios originados en las concesiones de explotación de recursos naturales, transportes y servicios son de particular importancia. En 1878 se otorgó el primer contacto de explotación petrolera a la Petrolia del Táchira. El Gobierno desarrolla una intensa propaganda en el exterior para atraer capital extranjero y se otorgan numerosos contratos, aunque muchos no se concretan. 7. Políticas Comerciales Castristas. Cipriano Castro en su Gobierno desarrolló una política de inversiones extranjeras quien la concibió como una vía de estímulo al progreso económico nacional. Sin embargo hace crisis en los últimos años del Siglo, cuando el País se deshace en guerras civiles cuyo sometimiento agota las finanzas públicas (en términos medios entre 1898 y 1900 la mitad del presupuesto nacional se destinó a gastos de guerra). La actividad ganadera ha decaído vertiginosamente por el efecto de las guerras; los precios del café descendieron y la sobreproducción brasileña afectó las ventas del fruto nacional, más costoso de producir, aunque de mejor calidad. Bajaron las exportaciones en volumen y precio; su valor de retorno, expresado en importaciones también baja, y por lo tanto, el ingreso fiscal que proviene de los impuestos de aduanas, se hace menor. Las arcas del Tesoro Nacional se encontraban vacías y no había como cubrir los gastos ordinarios. Para salvar los obstáculos, la política económica del Régimen se orientó en dos direcciones: una, modificar los impuestos con miras a mejorar el ingreso fiscal y otra, la búsqueda de nuevas fuentes de ingresos. En su relación con los inversionistas extranjeros, el régimen se caracterizó por un enfoque abiertamente nacionalista y conflictivo frente a las compañías asentadas en el País. En ese sentido asistimos a una etapa en la cual se cerró momentáneamente el ciclo de apertura a los capitales extranjeros. En 1905 es rescindido el contrato de la nación con la Compañía Francesa del Cable Interoceánico. Castro ordenó el cierre de las oficinas de la Empresa en el País y la expulsión del Encargado de Negocios de Francia. Como consecuencia de todo ello, en 1906 Venezuela y Francia rompen relaciones diplomáticas. Paralelamente, el régimen se enfrenta a las compañías alemanas y ordena la requisa obligatoria de los buques de bandera holandesa. Todo ello conduce, igualmente, a la ruptura de las relaciones diplomáticas con Holanda. 8. Aprobación del Código de Comercio El código de comercio fue aprobado bajo la presidencia de Marcos Pérez Jiménez el 26 de Julio de 1955 sustituyendo al anterior aprobado el 8 de abril de 1904 durante el Gobierno de Cipriano Castro. El Código de Comercio Vigente está ubicado dentro de la concepción mixta con prioridad del sistema objetivo. En efecto, si se analizan los artículos 1, 2 y 3 en los cuales se dispone: “El Código de Comercio rige las obligaciones de los Comerciantes en sus operaciones mercantiles y los actos de comercio, aunque sean ejecutados por no comerciantes y se reputan además actos de Comercio, cualesquiera otros contactos y cualesquiera otras obligaciones de contratos y obligaciones que no son de naturaleza esencialmente civil resultando un carácter subjetivista y profesional que orienta el código. Tal código regirá únicamente para los comerciantes, atendiendo a su condición, cuando estén ejecutando actividades u operaciones mercantiles expresadas o presuntamente aceptables”. Igualmente se señalan instituciones creadas para el comerciante como son: El Registro de Comercio, la Contabilidad, el Estado de Atraso y la Quiebra, etc. Pero acoge el principio objetivo, al señalar que se aplicarán también sus disposiciones a todas las obligaciones mercantiles, independientemente de que hayan sido ejecutadas o no por comerciantes. 9. Comercio en la Venezuela Contemporánea. La política comercial de Nuestro País ha experimentado cambios muy relevantes. En efecto, de un modelo de sustitución de importaciones, con un alto proteccionamiento y dirigida a satisfacer el mercado interno, se pasa a un modelo donde el desarrollo se promueve a través de la competitividad y el impulso de las exportaciones no tradicionales. Todo esto está dentro de una economía abierta y en competencia con los productos importados. Dentro de estas perspectivas se destacan tres componentes de la política comercial, como lo son la política arancelaria, la promoción de exportaciones y la integración. Como se explicó anteriormente, el marco legal de esta reforma está en el Decreto Nº 239 y en toda la programación que se ha hecho de la política comercial; en las medidas que se han tomado para incentivar las exportaciones; en el ingreso de Venezuela al GATT; en el relanzamiento del Grupo Andino y en la realización de otras formas de integración dentro de la región. Otro aspecto que hay que tomar en cuenta en la Política Comercial es el atinente a la conceptualización de las políticas industriales y tecnológicas. En el Primer Aspecto hay que asumir la Reconversión industrial como un proceso de cambio integral a nivel gerencial, de infraestructura y de tecnología, cuya innovación haga posible la inserción de nuestra economía en los mercados internacionales. También la política comercial está relacionada con las políticas de ajuste y estabilización y con lo que ellas representan en cuanto a nivelación macroeconómica. Así, por ejemplo, el control de la inflación juega papel revelante en la ejecución de políticas de apertura en el área comercial. Dentro de esta estrategia global de la política comercial, hay que tomar en cuenta que el desarrollo de nuestra economía, por varias décadas, tendrá como instrumento de cambio el petróleo. Para lograr la diversificación económica, es necesario formular una estrategia económica a largo plazo que tenga por finalidad:  Promover un desarrollo industrial más integrado, que facilite una mayor competitividad.  Diversificar el comercio exterior, el cual se encuentra concentrado en pocos países y en pocos productos.  Establecer un equilibrio entre la balanza comercial y la política de importaciones.  Desarrollar una actividad política de comercio internacional que tenga por finalidad consolidar los mercados regionales y subregionales, promover el acceso a los mercados de los países industrializados y defender los precios de nuestras materias primas.  Aumentar la participación de las exportaciones de manufacturas y los servicios dentro de nuestras exportaciones totales, donde predominan las materias primas y los productos básicos.  El Comercio de servicios constituye aproximadamente el 50% de las transacciones externas entre los países industrializados, mientras que en Venezuela este rubro no llega al 1% de nuestro intercambio comercial. Por esta razón es necesario diversificar nuestras exportaciones. 10. Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe (ALBA) La Alternativa Bolivariana para América Latina y El Caribe (ALBA) es una propuesta de integración diferente. Mientras el ALCA responde a los intereses del capital trasnacional y persigue la liberalización absoluta del comercio de bienes y servicios e inversiones, el ALBA pone el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y, por lo tanto, expresa los intereses de los pueblos latinoamericanos. El ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos para crear ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las asimetrías existentes entre los países del hemisferio. Se basa en la cooperación de fondos compensatorios para corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países débiles frente a las primeras potencias. Por esta razón la propuesta del ALBA le otorga prioridad a la integración latinoamericana y a la negociación en bloques sub-regionales, abriendo nuevo espacios de consulta para profundizar el conocimiento de nuestras posiciones e identificar espacios de interés común que permitan constituir alianzas estratégicas y presentar posiciones comunes en el proceso de negociación. El desafío es impedir la dispersión en las negociaciones, evitando que las naciones hermanas se desgajen y sean absorbidas por la vorágine con que viene presionándose en función de un rápido acuerdo por el ALCA. El ALBA es una propuesta para construir consensos para repensar los acuerdos de integración en función de alcanzar un desarrollo endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, corrija las desigualdades sociales y asegure una creciente calidad de vida para los pueblos. La propuesta del ALBA se suma al despertar de la conciencia que se expresa en la emergencia de un nuevo liderazgo político, económico, social y militar en América Latina y El Caribe. Hoy más que nunca, hay que relanzar la unidad latinoamericana y caribeña. El ALBA, como propuesta bolivariana y venezolana, se suma a la lucha de los movimientos, de las organizaciones y campañas nacionales que se multiplican y articulan a lo largo y ancho de todo el continente contra el ALCA. Es, en definitiva, una manifestación de la decisión histórica de las fuerzas progresistas de Venezuela para demostrar que Otra América es Posible. ¿Cómo queda el desarrollo endógeno en el ALBA? La noción neoliberal de acceso a los mercados se limita a poner medidas para reducir el arancel y eliminar las trabas al comercio y a la inversión. Es libre comercio entendido en estos términos solo beneficia a los países de mayor grado de industrialización y desarrollo. De hecho, abundan los estudios científicos en los que se demuestra de manera irrefutable que la aplicación de las pautas actuales de la globalización y sus expresiones hemisféricas o regionales ha dado al traste con las aspiraciones de un verdadero desarrollo endógeno en cualquiera de los países del continente. Los grandes acuerdos de integración deberían quedar por el contrario supeditados a los objetivos del desarrollo endógeno. La escasa diversificación de la oferta regional hoy existente sentencia desde ya que el ALCA no podrá ser la oportunidad para alcanzar un tipo de desarrollo en que se armonice el crecimiento económico con una creciente calidad de vida y grado de bienestar para nuestros pueblos. Podrán crecer las inversiones y las exportaciones, pero si estas se basan en la industria maquiladora y la explotación masiva de la fuerza de trabajo, sin lugar a dudas que no podrá generar el efecto multiplicador sobre los encadenamientos sectoriales, no habrá un efecto multiplicador en los sectores agrícolas e industrial, ni mucho menos se podrán generar los empleos de calidad que se necesitan para derrotar la pobreza y la exclusión social. En consecuencia, urge una propuesta alternativa basada en la solidaridad. Se trata de ayudar a los países más débiles a superar las desventajas que los separan de los países más poderosos del hemisferio. Y esto no solo depende de los cambios en las condiciones de competencias imperantes, sino también de la solidaridad entre los pueblos y sus gobiernos del continente a la hora de corregir estas asimetrías. Solo así un área de libre comercio podrá ser una oportunidad para todos (una alianza ganar-ganar). La agricultura en el ALBA: mucho más que un sector productor de mercancías La exigencia de reducción de las políticas proteccionistas y de los masivos subsidios que otorgan los principales países industrializados no puede convertirse en una exigencia generalizada de liberalización de comercio de productos agrícolas. Para muchos países de América Latina y El Caribe la actividad agrícola fundamental para la supervivencia de la propia nación. Las condiciones de vida de millones de campesinos e indígenas se verían muy afectados si ocurre una inundación de bienes agrícolas importados, aún en los casos en los que no exista el subsidio. Hay que dejar en claro que la producción agrícola es mucho más que la producción de una mercancía. Es, más bien, un modo de vida. Es el fundamento básico para la preservación de opciones culturales, es una forma de ocupación del territorio, define modalidades de relación con la naturaleza, tiene que ver directamente con los temas críticos de la seguridad y la soberanía alimentaria. Por lo tanto, no puede ser tratado como cualquier otra actividad económica o cualquier producto. El Articulo 305 de la Constitución dé la República Bolivariana de Venezuela indica: “El estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral, y en consecuencia garantiza la seguridad alimentaría de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional el acceso oportuno y permanente a estos por parte de los consumidores. La seguridad alimentaria deberá alcanzarse desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna, entendiéndose como tal la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola. La producción de alimentos es de interés nacional y fundamental al desarrollo económico y social de la Nación. A tales fines el Estado dictara las medidas de orden financiero, comercial, transferencia tecnológica, tenencia de la tierra infraestructura, capacitación de mano de obra y otras que fueran necesarias para alcanzar niveles estratégicos de autoabastecimiento. Además, promoverá las acciones en el marco de la economía nacional e internacional para compensar las desventajas propias de la actividad agrícola”. Parte importante de la pobreza y la marginalidad de nuestros pueblos se concentra en la población que habita las zonas rurales que subsiste con base en la actividad agrícola o actividades alrededor de la agricultura. Esa población es finalmente la más castigada con el des-balance de partida para la negociación de la agricultura y lo seria más si se excluyen de la negociación los aspectos que más la perjudican. La seguridad alimentaria de la que gozan los países desarrollados del hemisferio, que hoy se nos niega a los países en desarrollo al querer limitar el margen de acción para nuestras políticas, es fruto de medio siglo de políticas de apoyo sistemático a la agricultura con la cual consiguen distorsión en los precios en los mercados mundiales. Si aún hoy cesaran tales apoyos, el campo de juego aún permanecería desnivelado: La infraestructura y el aparato productivo y tecnológico establecido y operado en buena parte gracias a los desembolsos de esas políticas todavía nos dejan en desventaja. Por todas estas razones, la situación sobre las negociaciones sobre la agricultura para el ALCA constituye un objeto más de preocupación de gran trascendencia para Venezuela. Para el inicio de las negociaciones en 1998, la declaración ministerial de San José estableció claramente entre los objetivos de las negociaciones para este sector importante de la producción el de “eliminar los subsidios a las exportaciones agrícolas que afectan el comercio en el hemisferio”, y el de “identificar otras prácticas que distorsionen el comercio de productos agrícolas, incluidas aquellas que tengan un efecto equivalente al de los subsidios a las exportaciones agrícolas y someterlas a una mayor disciplina” También se acordó por consenso en la misma oportunidad que “Las negociaciones se iniciarían simultáneamente en todas las áreas temáticas. El inicio, la conducción y el resultado de las negociaciones del ALCA se deberán tratar como partes de un compromiso único (single undertaking) que incluya los derechos y obligaciones mutuamente acordados” Sin embargo desde el inicio de la negociación de los textos para el proyecto de tratado, los EE. UU. Manifestaron su reticencia a negociar en el marco del ALCA los subsidios a las exportaciones de productos agrícolas y las ayudas internas que distorsionan el comercio y la producción de productos agrícolas, con inclusión de las medidas con efectos equivalentes a los subsidios a las exportaciones. Se expresa allí la doble moral de las grandes potencias que exigen a los países en vías de desarrollo renunciar al uso de las políticas públicas para promover el desarrollo de sus aparatos productivos mientras que por otro lado aplican ruinosos subsidios a favor de sus aparatos productivos. La insistencia en tal posición, a todas luces contraría los principios y objetivos pautados para emprender la conformación del ALCA, principios y objetivos que compartimos y nos alentaron a participar en la negociación. 11. El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) El Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es una propuesta de liberalización comercial que afecta a 800 millones de personas en todo el continente. El proceso de negociación comenzó en 1994 y se encuentra en actualmente en etapas cruciales. Por un lado se promueven nuevas estrategias, presentadas como comerciales, pero que en realidad van más allá del terreno económico. Por otro lado organizaciones sociales y movimientos ciudadanos plantean una visión alternativa a esta iniciativa. En el debate sobre el ALCA aparecen entonces problemas propios de la economía, como las reglas del comercio internacional, pero también otros que hacen a la condición humana y las posibilidades de lograr una buena calidad de vida. Ante estas negociaciones deseamos presentar nuestra visión ecuménica, Latinoamericana y comprometida con el derecho a la vida y a la defensa de las condiciones materiales que la mantienen y reproducen. Nos hemos inspirado en documentos, cartas y declaraciones de Iglesias, comunidades, congregaciones, organizaciones cristianas y distintos centros de estudio que muestran diversos matices pero que concluyen en una perspectiva común. Se ponen en juego espacios sociales, económicos y políticos planteados desde una asimetría de poder que produce consecuencias de exclusión que atentan contra un futuro de reciprocidad, fraternidad y justicia entre los pueblos. 1 - Transparencia y democracia: El proyecto del ALCA atenta directamente a los procesos de democracia de nuestros pueblos, dado que el acceso indiscriminado del capital internacional a nuestros territorios solo es posible deteriorando las democracias, quitando poder de decisión a los ciudadanos y mercantilizando las sociedades. El proceso de negociación ha abusado de la confidencialidad, usando repetidas veces prácticas inaceptables de secretismo. Esa limitación se ha dado tanto dentro de las negociaciones del ALCA como dentro de los gobiernos, donde nuestros representantes no han realizado, en la mayoría de los casos, las necesarias consultas con sus parlamentos y la ciudadanía correspondiente. Debe abrirse necesariamente a la ciudadanía la posibilidad de opinar, participar y tomar la decisión en una materia tan grave. Asimismo, debe existir transparencia también entre los países, y deben ser conocidas las posiciones negociadoras de cada una de las naciones. 2 - Desarrollo y mercado: La propuesta original del ALCA apunta a ampliar el mercado a nuevas esferas que antes estaban bajo regulación social. Diversos procesos y elementos se convierten en mercancías y pasan a estar regulados por estas reglas comerciales. Esta tendencia se observa con las regulaciones previstas para bienes y servicios, inversiones y políticas de competencia. El ALCA en su propuesta actual implica una seria limitación a las regulaciones sociales y en la reducción de bienes que no son posibles de ser transformados en mercancías sino es a costa de la vida de las poblaciones y el ambiente. La visión implícita de desarrollo en la propuesta del ALCA no se encuentra en la calidad de vida, ni en una economía al servicio de las personas. Por el contrario, dicha propuesta hace que los derechos de las personas y la ciudadanía en su conjunto queden supeditados a los fines económicos y al mercado. Observamos en esto una de las más profundas contradicciones con la visión de las iglesias sobre la vida y la meta de dignidad humana y erradicación de la pobreza como fines esenciales del desarrollo. La propuesta del ALCA actual es análoga al acuerdo de libre comercio de América del Norte, que según los Obispos Católicos de Canadá, entre otros, hacen más ricos a los ricos a costa de hacer a los pobres más pobres y más incapaces de competir y de comerciar, para producir más desigualdad entre y dentro de los países y una mayor concentración de la riqueza. 3 - Libre comercio: La propuesta del ALCA una y otra vez hace referencia al "libre" comercio, lo que en muchos casos dificulta cualquier discusión ya que pocos pueden estar en contra de transacciones "libres". Sin embargo la propuesta del ALCA en realidad presenta un comercio muy regulado en algunos sectores. En el caso del comercio agrícola se mantiene el proteccionismo de Estados Unidos distorsionando todo el comercio global con enormes impactos negativos en las comunidades campesinas e indígenas de América Latina y el Caribe. Estamos ante una nueva forma de colonialismo que implica un nuevo tipo de control, donde la posesión de un territorio ya no es indispensable, sino que se condicionan y manejan los procesos productivos. El énfasis está en regular de una nueva manera los procesos productivos y las relaciones económicas, que debajo del discurso del libre comercio actúa con un proteccionismo como una forma de planificación no centrada en los Estados sino en el capital trasnacional que los administra. Este nuevo marco de regulación está basado en el libre flujo de capitales, que en su 95% son estadounidenses. Las normas sociales, laborales o ambientales no podrán interferir con ese flujo de capitales: o sea, la renuncia de los pueblos latinoamericanos a sus derechos -derecho social, derecho laboral, derecho ambiental, etc. Las personas y las comunidades quedan supeditadas al capital, pero ahora de una manera legalizada. 4 - Asimetría y Soberanía: El ALCA presenta serias limitaciones a la soberanía de los pueblos y una enorme asimetría. En especial el régimen de inversiones y trato nacional termina por poner en un pie de igualdad a los Estado-nación con las empresas. El actual borrador establece que las empresas pueden reclamar y demandar a Estados, un extremo que no es posible ni para organizaciones sociales ni para individuos. La jurisdicción de los juzgados nacionales queda relegada, así cómo las posibilidades de los parlamentos para regular emprendimientos productivos. Bajo este nuevo acuerdo comercial se afecta la soberanía en un sentido profundo, como también la capacidad de los pueblos para decidir su propio desarrollo en forma autónoma en reciprocidad con otros pueblos. Son altamente preocupantes otros procesos de relaciones comerciales en América Latina que tienen distintos nombres e intervienen distintos países. Entre esos proyectos los acuerdos bilaterales con Estados Unidos (por ejemplo con Chile), los acuerdos de grupos de países (tratado de libre comercio de Centro América con Estados Unidos), planes regionales (Plan Puebla Panamá de México, o Área de Libre Comercio de Sud América de Brasil). 5 - Justicia social y ambiental: En la propuesta del ALCA no existe espacio para la justicia social. Se la excluye explícitamente, ya que el acuerdo sólo se refiere al comercio hemisférico y es ciego a sus consecuencias sociales. Simplemente no le interesa el derecho de las personas y los pueblos. De la misma manera en el ALCA tampoco hay lugar para la justicia ambiental. Para nosotros, creyentes, este extremo debe ser rechazado, ya que nuestras prácticas deben ser confrontadas con el compromiso con las personas y los pueblos. El ALCA no asegura la efectividad de la protección de la calidad de vida y de la calidad ambiental. Tampoco se incluyen elementos específicos de lucha contra la marginación y la pobreza. Cualquiera de esos componentes está mediado a los fines económicos; las normas de inversión determinan que se puede exigir la anulación de medidas sociales o ambientales cuando interfieren con la libre inversión. En el mismo sentido el ALCA separa o margina de la dinámica de los pueblos la ética de compromiso con la vida y con la convivencia entre todos. La visión economicista de la propuesta apuesta solo a la competencia, donde se tolera la destrucción del más débil por el más fuerte, y se suplanta lo diverso por lo homogéneo, profundizándose las condiciones de la deuda externa. 6 - Integración y alternativas: Nosotros, como creyentes, estamos a favor de la integración entre las naciones y los pueblos. Consideramos que ese paso es importante e indispensable para asegurar nuestro desarrollo. Esa integración no es sólo económica sino que es esencialmente política y cultural. Sin embargo precisamente el ALCA en su estructura actual impide esa integración, ya que no contiene previsiones migratorias ni cláusulas sociales, y tampoco establece mecanismos para las articulaciones y complementariedades productivas. Los acuerdos de "libre" comercio de este tipo tienen por efecto impedir la integración y terminan provocando anexión y sumisión. No se trata solo de un rechazo al tratado de libre comercio sino a cualquier forma de pacto que excluya la participación de nuestros pueblos y la protección social, la autodeterminación y la protección de nuestros suelos, bienes y personas. 7 - Mirando hacia el futuro: Necesitamos recorrer un proceso que asuma las distintas dimensiones de los procesos de integración regional, para que exista un comercio con justicia para las Américas. Por lo tanto el comercio se debe enfocar en promover un desarrollo que sea sostenible, permita erradicar la pobreza, elevar la justicia social y proteger el ambiente. El compromiso con la vida debe primar sobre los intereses mercantiles. El comercio debe ser verdaderamente «libre», es decir, un comercio humano donde todos puedan participar y ningún pueblo y nación imponga su propuesta a los demás. Será necesario establecer reglas de comercio justo y equitativo, que estén en función de los intereses de los pueblos. Para promover esos cambios debemos transitar nuevos caminos en la integración Latinoamericana, basados en la democracia, la igualdad, la solidaridad, la espiritualidad de los pueblos y el respeto al medio ambiente y a los derechos humanos. Las Iglesias, movimientos cristianos, organizaciones ecuménicas y las comunidades de otras grandes religiones, presentes en nuestro continente nos afirmamos en la esperanza de la colaboración entre culturas, pueblos, y personas en la búsqueda de un presente y futuro menos injusto y más humano. Es necesario apoyar la máxima que no es posible "globalizar la vida plena" sin "globalizar la solidaridad". Desde la fe y el caminar de las comunidades se aspira a una vida abundante para la humanidad en la acción de Dios en nuestra historia. BIBLIOGRAFÍA Martínez Natera, Piar, Geografía Económica de Venezuela 2º Año Ciclo Diversificado, Ediciones CO-BO, Caracas, Venezuela, 1996, Pág. 375-380. Strauss K, Rafael, Colección Historia de Venezuela en Imágenes, Editora El Nacional y Fundación Polar, Caracas Edición del Año 2000. Barbosa Parra, Ely Saúl, Derecho Mercantil, 5ta Edición Editorial Mc. Graw Hill, Caracas Venezuela, 1998, Págs. 18-19.

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